El Rolls-Royce Silver Cloud, la reina del automóvil, es toda una leyenda. Este ejemplar, el último de la familia Silver Cloud, el Silver Cloud III, es como una taza de té clásico: refinado, de buen gusto y más británico que el Palacio de Buckingham.
Nacida en 1965, con sus llamativos faros brillando como las joyas de la corona de la Reina, alcanza una velocidad máxima de 197,7 mph, más rápido de lo que se puede pronunciar el topónimo "Llanfairpwllgwyngyllgogerychwyrndrobwyllllantysiliogogogoc" en Gales.
Con sólo 2809 ejemplares producidos, esta belleza es una joya rara. Pero espera, ¡hay más! Pertenece al exclusivo club de los LWB (Long Wheel Base), de los que sólo 253 salieron de fábrica. Por si fuera poco, también es un LHD, tan único como un partido de cricket al sol.
El cuentakilómetros marca unos modestos 44.000 kilómetros, como un vino añejo, y acarició el amor de su primer propietario hasta 2009. Hoy, aquí en Holanda, su último propietario lo ha perfeccionado técnicamente con la precisión de un jardinero inglés, y ahora está listo para rodar por la avenida, girando cabezas y robando el centro de atención donde quiera que vaya.
Este Rolls-Royce Silver Cloud III no es un coche cualquiera; es un pedazo de la historia británica sobre ruedas. ¿A qué estás esperando? Ven a dar una vuelta con él, amigo.